domingo, 17 de agosto de 2014

El sueño, no es más que el sueño



No ha de tardar demasiado la luz en darse a la fuga. Después será del todo imposible escribir. Leeré. Lo haré gracias a la simpática lamparilla incorporada a la funda de mi Kindle. Una biografía sobre mi admirado Stefan Zweig. Las palabras de Zweig me llegan siempre cargadas de calma y de inspiración. Es esa vida del mundo que fue ayer, su laboriosidad, su amor por un oficio más sagrado que el de cualquier sacerdote a sueldo por algún dios nominado. Zweig es el maestro paciente que siempre perdona y aconseja como quien propone una posibilidad interesante. Su vida un millón de veces contada me hace sonreír, porque siempre será un secreto.


El autor austriaco Stefan Zweig.


Me propongo seguir con ese título provisional del que tanto espero. Jamás pensé que afrontaría un reto semejante. Estoy pagando con letras de sangre la osadía. Sin nada que perder todo es más fácil. ¿O acaso tengo algo que perder? No lo sé. No sé tantas cosas. Por más que me reitere en pecar de insolente vehemencia, me sé chicuco, uno que siempre a va a estar tras las líneas enemigas.
Te propusiste recopilar toda esta información. Ahondar en una mente lejana y de una profundidad abisal donde todo es oscuro y la luz, cuando brilla, hace de inhibidor embuste y te devora. No obstante hemos sacado no pocas -aunque frágiles- conclusiones. No será un ensayo. Al menos no te gustará llamarlo así, no. No lo será porque hay mucho de íntimo. Una historia de no ficción. Siempre te gustó aquello de Capote. Habrás de cubrir tantas lagunas en base a sus obras que nada o casi nada tendrá que ver con la realidad, aunque no escribas una sola mentira. Otro reto que ansío comenzar. Has perdido tiempo en vivir. El exilio que viene, con su acostumbrado aislamiento, no te lo pondrá fácil. Está bien, lo sabemos. Será tiempo para asimilar y ordenar.


Podría llevar la silla de plástico y la mesa baja de madera tintada de negro y ponerla en mitad del patio y aprovechar allí la resistencia de la luz. Todo lo demás aquí, el propósito pues, me importa un carajo.


Como aquella historia no se fue y se mantiene su esbozo, como a lápiz, tan imperturbable, no hay razón entonces para forzar olvidos -proceso cuesta abajo como una adicción- que nunca requieren de esfuerzo alguno. Unos quince capítulos marcados y sencillos a desarrollar. Párrafos cortos de estos de quitar y quitar y quitar. Algo serio sin embargo. Sí, ése es tu problema. Siempre son cosas serias, cuando sabes que de siempre en literatura la victoria es el humor. No dejo de sumar.


Y la luz se va apagando lentamente. Haber elegido el color negro no ha sido muy acertado. Nos salva la crema del papel y su capacidad química para el reflejo. Lo que me hace pensar en el precio de las Moleskine -tan repelentes y bonitas- y en el alivio que me produce recordar que fue un regalo tuyo por mi último cumpleaños.

Tanto trabajo por delante.
Si supiera que remas a mi lado y si pudiera imaginarte, cuando todo no sea más que agua y cielo, atareada en las aerovías de tu infinitud, todo me sería más fácil y el mundo, sencillamente, mejor.

¿Añadir otro blog a tu cuenta?
Sí señor, y convencer a alguien para un cuatro manos en otro.
¿Otro?
Sí, otro.
¿Pero en el nuevo...?
Sería algo distinto.
Interesante.
Lo sería
Si pudieras, claro.
Si pudiera.
Habla.
De estupideces sobre todo. Algo relacionado con la ciencia.
¿Pero se puede saber qué cojones tienes tú que ver con la ciencia?
Fue la rama que elegí en segundo de BUP.
Tú en segundo de BUP no sabías ni dónde estabas de pie.
Me temo que ahora tampoco.

Penumbras pues. Pupilas felinas, violento escándalo de vehículos. Urgencia.

No concibo el trabajo literario en una colectividad. El cuatro manos sin embargo es un clásico. Podría decirse que sería otro de esos estúpidos rituales tributarios míos. No, un libro no. El libro tiene algo así como aquel anillo de Tolkien. Como he dicho, lo divertido sería un blog. Una comunicación abierta entre ambos autores y el lector. Claro está, para ello, para compartir la idea necesitaría un buen compañero, uno fiel y un creyente, un corazón noble y al menos, con un grado de ingenuidad cercano al mío. Así sabríamos que la victoria no es otra cosa que su inevitable ilusión manifestándose en la mirada del compañero.

¿No te parecen demasiadas cosas, Eduardo Flores? ¿Acaso olvidas que has de estar siempre en movimiento? La vida nunca deja de ser movimiento y la ausencia de luz no es poco escollo. ¿Estamos hablando de luz? Ellos saben que no. De lo que se trata, estimados señores, es de la imperiosa e inexorable caída del telón ¿entienden? No habrá más obra, estimados/as señores/as, así que ¿a qué viene tanta ovación y tanta meta por alcanzar?
Y esa es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Si la vida es sueño, el sueño, no es más que el sueño. No se admite la rendición, porque hasta para eso no quise estudiar. Pero poner paréntesis a la existencia ayuda poco. Cosas habrá que hacer y escribiré aunque no cuanto me propongo. Los días tienen las horas que tienen y los meses serán más largos que productivos. Al final, la religión, sólo se hizo para beneficiar a los curas.

Y la luz, por fin, se fue.



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