martes, 11 de junio de 2013

¿Dudas?



¿Cómo puede defender uno su propia obra? ¿Cómo puede defenderla de uno mismo? Son preguntas que me planteo en estos días en los que se pasa, de una euforia infantil a una ruidosa incertidumbre, a la velocidad del rayo. Por momentos llego a diferentes y falsas conclusiones que van mutando con el tiempo. Son éstas, preguntas muy parecidas, a las que uno se hace cuando la obra apenas es tal, y la importancia de la confianza en uno mismo es el poco arnés con el que se cuenta.


Uno piensa en la perspectiva. En la ausencia de ésta o en su deformación. Es un amor muy injusto el que uno puede sentir por una criatura que florece de sí mismo. No es una autodefensa, es otra cosa. Pero ocurre que uno es consciente de que el amor injusto puede derivar en mayores males que, con el paso del tiempo, pueden resultar irreparables. Tanto para la obra como para el autor.

1 comentario:

  1. Te comprendo perfectamente y comparto tu reflexión. Esas dudas son normales, y lo son en cada obra "parida"

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