jueves, 20 de junio de 2013

Creed que os canto.

Para mi conciencia, descalzos pasos hasta mi cama dormida.
Yo sólo pretendo vuestro mañana y creedme,
Me distraigo de vuestros juegos por el camino,
Con una espada por cada flanco,
Cubriendo de vuestras miradas verdaderas
-más que ninguna- el lugar adonde hemos de llegar.

Es envidia a veces la rabia que os dedico.
En otras sólo son poemas pequeños y divertidos
Devolveros la sonrisa o cubrir de galletas vuestra mesa.

Tenéis el poder infinito bajo las pestañas,
En las plantas de los pies, bajo la nariz y en ella.
Tenéis sobretodo el fuego que en mí creo olvidado.
Nada de vosotros ahora me hace daño.
Sístoles y diástoles que en otros cuerpos
Inflan y descargan los alveolos que me empeño en destruir.

Para mi soledad, dientes manchados de chocolate;
Para mi consciencia, cada uno de los suspiros infantiles.
Labios manchados de chocolate, para el niño que fui;
Pasos dormidos y descalzos, para el bendito desvelo;

Apenas penas y gimoteos, para mis manos que son vuestras.

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